A veces me pareciera que el tiempo no ha transcurrido, caminando en el desierto encontré agua, pero me pregunto…si acaso es sólo un oasis. Revisando archivos antiguos, viendo imágenes del pasado, recuerdos que ya creía olvidados, dan prueba que aun están latentes en mi subconsciente. No sé por qué, presentándose en las noches en forma de pesadillas o simplemente sueños sueltos…
He cambiado mucho, lo reconozco. Pero no he de negar que esta nueva Lili se siente mucho más realizada que la del pasado. Y aunque tengo que reconocer que algunos daños se me han vuelto perpetuos y etéreos, así mismo tengo que agradecer el haberlos sufrido, pues, de otra forma no sería lo que soy ahora. No apreciaría lo que tengo ahora.
Y hablar de agradecimiento, es un tema tan vasto, que no me da alcance el tiempo para el pensamiento. Creo que una de las claves para la felicidad está ahí, en agradecer lo que tienes, nos lo repiten tanto que las palabras pierden su sentido; sin embargo, cuando lo vives te das cuenta de lo valioso que es poder manifestar aquello. En los recorridos de mi vida, conocí a un tipo, se podría decir cabecilla –si se le puede llamar así- en una religión, el tipo era querido, estimado y amado por muchos, donde iba le rendían trato especial, pero en familia, era un idiota completo; temo que estaba tan engreído y seguro de ser aprobado por el mismísimo Dios, que olvidaba el don de agradecer, y en lugar de eso, era un hombre pedante, pesado, egoísta y ego centrista, esperaba y deseaba que todos le den pleitesía, hasta quiénes no pertenecían a su religión. Para mí, siempre fue un estúpido, vago con suerte, diría yo; nada más que eso. Y claro que fue una lección para mi: nunca ser como él. Por esa clase de tipos, y varios más con los que me topé en la vida, aprendí a detestar la hipocresía, sea esta religiosa o común. Agradecer no creo implique solamente inquinarse, golpearse el pecho por unos minutos en un rezo u oración y decirle simplemente a Dios “gracias por lo dado”. Agradecer, es un término más noble y por tanto de gigantes proporciones, agradecer significa una actitud hacia las cosas, hacia todo, ver lo que tienes y te rodea con una sonrisa, no importa si uses zapatos “nike” o “niki”, si vivas en una casa de cartón u hormigón, la clave está en agradecer que tienes algo con qué forrar el cuerpo, y apalear el frío de la noche, que tienes vida. Agradecer significa ver a tu alrededor a los desdichados, a aquellos que están en peores condiciones que tú y ponerte en su lugar, darte cuenta de lo privilegiado que eres y ver la manera en cómo les puedes echar una mano. Agradecer es ver cómo alguien no vidente sonríe, cómo un niño especial intenta jugar sin darse aparentemente cuenta que él no es igual al resto. Agradecer, se convierte en felicidad por reconocer que estás mejor que muchos, sino miles. Vivimos en un país jodido por plagas de dos patas y corbatas, artimañas que roban ilusiones desde el púlpito y los poderes del estado, ¡pero aún así, somos ricos!, somos un pueblo que no conoce un huracán, o un tsunami, o el hambre extrema. Tenemos aunque sea un guineo para llenar el estómago, tenemos gente que sonríe. Podemos sonreír.
La verdad, es que todos tenemos todo para ser felices, pero siempre preferimos no verlo. Estamos tan acostumbrados al dolor, a la tortura del pasado, o el terror al futuro que simplemente cerramos las puertas a la cordura para sumirnos en un estado de letargo mental, llenándonos de envidias y complejos absurdos. Vemos el pasado, los problemas, los traumas y las heridas simplemente como algo negativo, y no es así, si te caíste es porque necesitas aprender a levantarte, el éxito en la vida no es no equivocarse, sino, en saber levantarte para sacarle provecho a la caída. De otra forma ¿cómo aprenderemos?. Aquí otro punto, agradecerte a ti mismo por las “metidas de pata” que hiciste, ¿por qué? Porque de no haberte equivocado, lo más seguro es que nunca habrías aprendido dicha lección, hay cosas en la vida que se aprenden escuchando, otras…simplemente viviendo. Es falso que puedes ir por la vida evadiendo los errores, llevando una vida inmaculada, eso es solamente ponerse una máscara de hipocresía y falsa austeridad. Equivocarte y recapacitar, te hace –en mi idioma- menos humano, o sea, más espiritual. Digo menos humano, porque nuestra especie es una especie que mayormente se inclina a lo malo, y tendemos a ser perversos, prefiero no comparar a la especie humana. Sino a la animal, los animales sienten mejor, viven sin hipocresías y austeridades de cartón, ellos son como son. El águila para mí es la representación real del fénix, el humano que quiera ser mas noble, tendrá que ser como el águila. No por nada la mitología romana lo comparaba con Júpiter –Zeus para los griegos-, por su poder y valor. Todos somos creación de un Dios Sempiterno, que nos dotó de cualidades. Seamos más animales para ser mejores…tristemente tengo que reconocer que mi especie es menos noble cuando es más humana. Pero qué le puedo hacer?, al menos, debo agradecer porque por pertenecer a ésta especie, puedo recapacitar para ser menos humana.